ALEJANDRO PREZ.jpg (327×245)Alejandro Pérez.

Alejandro Pérez se ha transformado en un verdadero referente del periodismo especializado en básquetbol de la República Argentina. Su recorrido como periodista comienza en 1987 en Radio Belgrano, también en la Revista  Solo Básquet, el diario Clarín, la agencia de noticias DyN, la cadena de televisión ESPN y el Canal 7 de Argentina.

Ha sido jefe de prensa de la Liga Sudamericana, la Confederación Argentina de Básquetbol y de la Asociación de Clubes de Básquetbol de Argentina. Cubrió siete Campeonatos Mundiales de distintas categorías, siete Torneos de las Américas y la misma cantidad de ediciones de Campeonatos Sudamericanos. Realizó la cobertura de 4 finales de la NBA. Actualmente, es columnista de básquetbol de SportsCenter, de ESPN Radio en Rivadavia y de ESPNdeportes.com. Además, es profesor en la Escuela de Periodismo DeporTEA y en los últimos años ha trabajado intensamente en tareas de investigación que con el propósito de reconstruir parte de nuestra rica y extensa historia basquetbolística. En esta entrevista, Alejandro nos cuenta sus comienzos vinculados al deporte y la forma en que llevó a cabo la recolección de datos para uno de sus libros, El oro y el aro, publicación que relata la historia de la Selección Argentina, y que gentilmente nos cedió para que esté al alcance de todos en la biblioteca didáctica de ENEBA. Para los amantes del básquetbol y de su historia en particular, esta publicación es de lectura obligatoria para conocer las raíces de nuestro deporte.

 -Para quienes te conocen exclusivamente como periodista ¿nos podría contar tu vínculo con el básquetbol y tu trayectoria como jugador?

Como la mayoría mi vínculo con el básquetbol nace por empezar a jugarlo, en mini, en el club de mi barrio, el Deportivo San Andrés. Crecí ahí y durante 10 años compartí con muchos compañeros, con los que vivíamos intensamente este juego, aún con nuestras limitaciones, hasta que para algunos se convirtió en una pasión. También influyó que mi viejo fue dirigente del club y eso me hizo estar muy cerca o experimentar algunas situaciones y conocer personajes del básquetbol que me marcaron para siempre. Aunque mi decisión siempre fue ser periodista, jugué otros tres años en el club 3 de Febrero, donde la pasé muy bien. Pero a los 23 años sentí que ya quería empezar a vivir el básquetbol desde otro lado, como periodista, y ahí arranqué hasta convertirlo en mi medio de vida.

-¿Cómo surge la idea de indagar en las raíces de la historia del básquetbol argentino? 

Mi interés por los datos históricos comenzó en 1992, al empezar a recolectar estadísticas de la selección argentina. Recién en 2010 logré reconstruir todos sus partidos oficiales, con los jugadores argentinos que participaron de cada juego y los puntos que logró cada uno. Las estadísticas, como las conocemos hoy, aparecen en 1958. Desde allí hasta hoy conseguí los números finales de casi todos los torneos del seleccionado, lo mismo que la foto de cada plantel.

Al ir encontrando información de épocas anteriores me di cuenta de que, a pesar de la pasión que tenemos por este deporte, es poco lo que conocemos de su historia. Una historia que tiene muchos vaivenes, con hechos magníficos y otros reprobables, y con muchos jugadores que merecen valorarse.

En 2008 FIBA Américas me contrató para escribir un libro sobre la historia de los Campeonatos Sudamericamos (se publicó en 2010) y al empezar a escribir me encontré con que tenía más datos de los que me imaginaba y eso, a su vez, me llevó a seguir indagando en el pasado del básquetbol nacional. En esa recolección de datos me resultó muy atractivo su origen en nuestro país, desde su llegada en 1912 hasta los primeros 25 años. Fui reuniendo información y fotos increíbles, en algunas de las que aparece hasta el propio Philip Phillips, el introductor del básquetbol en Argentina. Con esto pude rearmar aquel primer cuarto de siglo. El resto de la historia está un poco más accesible de encontrar. A mí lo que más me atrae es contar la historia de la selección, ya que al ser su reflejo, a partir de ella se puede entender la realidad del básquetbol criollo.

-¿Creés que uno de los sentidos de tu trabajo tiene relación con saldar deudas con viejas generaciones que aportaron tanto a nuestro deporte?

Tal vez no sea el propósito principal, pero me gusta que se convierta en un efecto colateral. Pocos deportes en el mundo tienen la dinámica evolutiva del básquetbol. Es imposible comparar jugadores de distintas épocas, porque el juego avanza y se modifica de manera asombrosa. Veo que hay mucha gente que cree que el básquetbol argentino comenzó con Ginóbili y Scola, y tiene un total desinterés por todo lo que se hizo antes. Ellos dos seguramente son los máximos exponentes de este deporte en nuestro país y tienen calidad mundial. Sin embargo, eso no quita que haya que dejar de reconocer a otros personajes fantásticos. Lo que pasa es que para dimensionarlos hay que ponerlos en el contexto de su época y para eso hay que conocer la historia.

Desde la década del 30, cuando comenzó la disputa del Sudamericano, hasta la generación dorada, hubo muchos cracks argentinos que se ganaron el respeto internacional por su calidad y a los que debemos honrar. Siempre estamos elogiando las formas o procedimientos del básquetbol yugoslavo, por ejemplo. Sin embargo, no imitamos uno de sus fundamentos, que es el reverencial respeto que demuestran por sus antecesores. Me resulta inaceptable que los campeones mundiales de 1950 no formen parte de todos los eventos relacionados con el básquetbol. Esos hombres, además de la jerarquía que tenían, hicieron un trabajo magnífico, de avanzada para su época y de manera totalmente amateur. No podemos ignorar eso y debemos reconocerlos por siempre.

Cuando escribí mi segundo libro, “El oro y el aro”, esta vez junto al colega Germán Beder, me di el gusto de contar la historia desde el Mundial de 1950 y ahí pude repasar y valorar lo que hicieron muchos grandes jugadores, como Furlong, Ricardo González, Chazarreta, Guillermo Riofrío, Desimone, Alix, Samuel Oliva, Tomás Sandor, Arce, Cabrera, Gehrmann, Perazzo, Cadillac o Raffaelli hasta las figuras que fue dando la Liga Nacional desde su creación.

-¿Cuáles fueron las fuentes a las que recurriste para llevar adelante tu investigación?

Busqué en muchos lugares. Fundamentalmente en hemerotecas, en los diarios de la época, tanto argentinos como de otros países, en las revistas deportivas argentinas, en los programas oficiales de los torneos, en las estadísticas de esos campeonatos. Para bucear en la historia hay que estar dispuesto a llenarse de polvo, a pasar muchas horas para encontrar, apenas, un dato o a llevarse muchas desilusiones, porque no siempre se encuentra lo que se busca, pero también uno descubre que gran parte de la historia está registrada en algún lado.

En esto también son fundamentales los contactos. Muchos entrenadores, como Schonwies, Finguer, Seguí o Trama me dieron materiales que ayudaron a reconstruir esa historia. De otros como González Trilla, Canavesi, Ripullone o Flor Meléndez conseguí datos de informes que ellos mismos presentaron.

Una de las cosas fantásticas que me dio esta profesión fue encontrar muchos otros locos, tipos geniales,  que andan revolviendo en la historia de otros países. Conseguí que amigos de Uruguay, Brasil, Chile, Venezuela, Colombia, Puerto Rico, México, España o Yugoslavia me mandaran información. Eso te lleva a intercambiar mucho material para ayudarnos mutuamente.

Tengo una estrecha relación con Osvaldo Orcasitas (ORO), un maestro de periodistas, quien es muy respetuoso de la historia de nuestro deporte y siempre me entusiasmaron sus relatos. Con él aprendí a buscar información y así, entre los dos, conseguimos reunir varios datos desconocidos.

-¿Tenés en mente trabajar en otro tipo de publicaciones relacionadas con esta temática?

Me gustaría contar esa historia de los primeros 25-30 años de la historia del básquetbol en Argentina. A mí me resulta atractiva porque tuvo mucho de aventura, de sueño, de lucha, de visión de futuro, de ambición bien entendida, mientras que al mismo tiempo hubo muchas peleas por el poder, por el control de la actividad. Ahí mismo se inició la lucha de amateurismo contra profesionalismo, que en los años 50 generó el mayor daño que se le hizo al deporte argentino, no solo al básquetbol, en toda su historia. En esos primeros años se jugó un básquetbol casero, guiado apenas por el instinto, casi artesanal, que me parece hasta divertido de contar. Creo que debemos conocer nuestros orígenes basquetbolísticos para saber de dónde venimos.Sin embargo, no sé si habrá una editorial o una entidad dispuesta a invertir en un material como ese. En general, el deporte argentino tiene pocas publicaciones en libros y el básquetbol no es la excepción.

Por otro lado, creo que alguna vez la Confederación Argentina debe decidirse a publicar un libro con toda la historia estadística de la selección nacional para que esta se haga definitivamente pública.

-Luego de haber hecho este recorrido histórico ¿cómo ubicás el momento actual del básquetbol argentino y cómo imaginás el futuro de la selección como de la competencia local?

Se vivieron los mejores 12 años de la historia del básquetbol argentino, en los que logró mezclarse con las grandes potencias mundiales y hasta ganarles con frecuencia. Esto cobra mayor mérito porque esta etapa coincidió con el desmembramiento de la Unión Soviética y Yugoslavia, lo que hizo mucho más competitivo y exigente el contexto internacional y por lo que la permanencia en el alto nivel es un valor agregado.

Sobre el futuro soy optimista, porque en esta última década los principales jugadores bajaron un ejemplo a seguir, desde el compromiso con la selección, el estilo de juego y la responsabilidad con la que se mueven dentro y fuera de la cancha, que deberá respetarse para siempre. Tal vez en algún momento no se logren triunfos tan seguidos ni resonantes, pero hay material para seguir estando en un plano destacado, aunque para eso habrá de trabajar mucho y bien. Por eso hoy cobra mucha importancia lo que se haga en las selecciones formativas.

En cuanto a la Liga Nacional, que fue el origen de todo este gran momento, sigue demostrando progresos deportivos, pero al mismo tiempo un alarmante estancamiento en lo que tiene que ver con el espectáculo y rentabilidad que la debe acompañar. El sistema de gestión de la competencia está perimido, atrasa 20 años. Se necesita un inmediato cambio de modelo y de conductores, que deben ser profesionales formados.